Escenificaciones desde la pintura. "Fuerte Bulnes" de Alejandro Cicarelli
- Roberto Farriol
- 16 feb 2023
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 21 mar

Durante el invierno de 1848, Alejandro Cicarelli, pintor de origen napolitano y futuro primer director de la Academia de Pintura de Chile, en su viaje desde Brasil desembarca por primera vez en territorio chileno en la rivera del Fuerte Bulnes, ubicado en la punta Santa Ana, a orillas del estrecho de Magallanes. Este Fuerte, creado apenas cinco años antes por el presidente Manuel Bulnes Prieto, formó parte de las políticas de colonización y soberanía del norte y del sur de Chile. En este lugar de Magallanes comienza una nueva historia para Cicarelli, un nuevo capítulo de su vida como pintor y su relación con la historia Chile desde esta pintura en particular.
Cicarelli desembarca en la punta Santa Ana, donde se encontraba el Fuerte Bulnes, deducimos que sube a uno de los cerros para observar el paisaje invernal del sobrecogedor territorio de Magallanes con el fin de dimensionar esta extrema geografía.
De esta experiencia él realiza una pintura, muy probablemente resultado de bocetos y una serie de aspectos descriptivos que el pintor, en su clásica formación, fue tomando nota de los elementos más significativos de ese lugar, y así recopilar una serie de antecedentes de una manera lo más descriptiva que fuera posible.
Así surgió el óleo Fuerte Bulnes, pintura que hoy se exhibe como parte de las piezas más significativas y más pertinentes sobre la historia de la región de Magallanes, formando parte de la colección del Museo Regional de Magallanes, residencia original de la acaudalada familia Braun Menéndez entre finales del siglo XIX a principios del XX.
¿Pero qué motivó a Cicarelli a subir ese cerro y decidir pintar un paisaje tan alejado de los idealizados modelos clásicos del paisaje, que muchas veces fueron tratados como telones de fondo de los grandes temas históricos o mitológicos tan propios del clasicismo?
Por el contrario, en la panorámica del óleo Fuerte Bulnes, Cicarelli describe apenas unas pocas figuras identificables, empequeñecidas dentro de esa extrema geografía de uno de los extremos, mas extremos del continente americano. Silueteando la punta Santa Ana, Cicarelli lo describe el fuerte Bulnes en la cima, al borde de los acantilados, entre un triángulo blanco de nieve en la parte inferior, indicando el fuerte, y en la parte superior una cadena de blancos macizos y bajo el cielo imponente de una sobrecogedora e inhóspita geografía. Frontera al continente Antártico y metáfora de ese paisaje-límite, de acantilados y abismos, tantas veces expresado pocas décadas antes por el pintor romántico alemán Caspar David Friedrich.

Nos sorprendente que Cicarelli realice esta pintura carente de la pompa y grandilocuencia que caracteriza el clasicismo histórico, como la que realiza dos años antes de la boda de Pedro II en Brasil, o el uso recurrente de la temática de la mitología griega, como en Foloctetes (1830).
Tal vez no podría haber sido de otra manera, ¿Cómo no enfrentar ese paisaje desolado de Magallanes, luego de haber vivido en la opulencia y el esplendor del imperio de Brasil, donde Pedro II lo nombra pintor instructor de la emperatriz?
Al respecto, siempre me he preguntado ¿cuáles fueron los motivos que impulsaron a Cicarelli a dejar su destacado rol como el pintor más importante del Brasil, para aceptar la oferta que le hiciera Carlos Hochkolf, cónsul chileno en Brasil, y embarcarse a un país desconocido y lejos de todo lo que le ofrecía el Imperio de Pedro II?
Nunca podremos penetrar en esa zona de sus recuerdos y sueños. Tal vez se trató de la necesidad de experimentar nuevos paisajes, sabemos que esa es una sensación difícil de describir con palabras. A veces se revela el sentido mientras transcurre el tiempo intentando reunir los fragmentos de los paisajes que van quedando atrás.
Ya se ha dicho, Cicarelli se formó como pintor clásico y por lo tanto su misión y visión principal estaba al servicio de la construcción de los grandes relatos de la historia acompañados de los mitos de origen, como modelos a seguir a partir de representaciones escenificadas de una historia doblemente mitificada.
En consecuencia, podríamos deducir que Cicarelli, respondiendo a su formación y ante el importante cargo que pronto asumiría en Chile, pinta el Fuerte Bulnes como una manera de marcar este inicio u origen, en esta nueva geografía física y humana de un territorio desconocido. En consecuencia, connota esta pintura como la única representación de dicho Fuerte; del primer establecimiento en la región de Magallanes y solo algunos meses antes de la fundación de la actual ciudad de Punta Arenas.
Pero la historia le ofrecería a Cicarelli un protagonismo en la representación de la historia, como pintor clásico, que pocas veces la obra de un artista logra tener. A este significativo acontecimiento, de ser el primer paisaje chileno que pinta Cicarelli, como futuro director de la Academia de Pintura, que además lo haga con la geografía de la región de Magallanes, en tanto constituye un otro origen geográfico y simbólico de una nación, que se crea de sur a norte, y para la historia misma del origen del paisaje en Chile, se le suma un segundo y particular acontecimiento histórico extraordinario.
Una vez fundada la ciudad de Punta Arenas, a pocos meses que Cicarelli realizara esta pintura, el Fuerte Bulnes, luego de varias penurias, queda en el abandono y al cabo de unos años es destruido completamente. Un siglo después, con la intensión de poner en relieve el valor histórico patrimonial de este lugar, las autoridades deciden reconstruirlo, pero no habiendo información suficiente, planos o material de archivo que permitieran una fiel reconstrucción de su aspecto, se recurre a la pintura de Cicarelli siguiendo las indicaciones formales descritas por el artista en dicha pintura.

Este hecho transforma la construcción del actual Fuerte Bulnes, no en la restauración de un lugar histórico, sino en la materialización e interpretación física y espacial de una pintura al óleo. Es decir, a partir del discreto y sin pretensiones paisaje que realiza el autor describiendo el Fuerte Bulnes, y lejos de ser éste un espejo de la realidad, se crea una escenificación de la historia, una interpretación que se construye bajo el encuentro anacrónico de los vestigios de una imagen del pasado y al mismo tiempo de una historia del presente.
A través de la materialización del actual Fuerte Bulnes, también se materializa e interpreta ese tiempo de la pintura y la mirada de Cicarelli, orientada a la recuperación de los despojos de una historia abandonada, y que al mismo tiempo se desborda más allá de los límites físicos de la tela y de la propia funcionalidad del cuadro colgado sobre un muro.
Es así como el pasado es experimentado en el presente, como una historia que transcurre contra la corriente, o río arriba, como diría Walter Benjamin, La historia se disgrega en imágenes y no en historia, donde son finalmente las imágenes las que construyen en este intercambio de tiempos. La pintura de Cicarelli y el Fuerte Bulnes le dan la espalda al pasado, permitiéndonos, de alguna manera, un despertar benjaminiano de la memoria de una imagen que atraviesa los tiempos, haciendo visible la presentación misma del trabajo constructivo, del pintor, y la emergencia de esta materialización física, colisionando los tiempos desde nuestras contemporaneidades y más allá de las convenciones del arte.
Esta es la gran paradoja de la naturaleza escurridiza de toda imagen que rehusa a ser atrapada en un solo tiempo, o encasillada en ortopedias lingüísticas, más allá de lo que describen o indican explícitamente, por el contrario, se manifiesta despertando un nuevo sentido, ajeno de historicismo, como si se tratara de otro tipo de temporalidad, de lo visible y de lo invisible de la imagen.
Mis agradecimientos a Francisco Brugnoli que en esa ocasión, con una invitación que le hiciera para participar en un encuentro con investigadores de Magallanes en el 2016, aceptó acompañarme en esta aventura de intentar encontrar ese lugar desde donde Cicarelli se habría ubicado para la realización de la panorámica de ese paisaje. En esa ocasión se registró un número mayor de entrevistas y reflexiones, quedando pendiente la edición de una segunda parte de Alejandro Cicarelli.
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